sábado, 5 de agosto de 2017

I - Propias

1


Sumiso,
agacho la cabeza,
introduzco el plástico
en su ranura,
acaricio sus teclas
para dar con un código
que es el mío
y pongo precio.

Ingenuo,
sonrío ante la idea
de cobrar sus servicios
pero un sms
me devuelve a la realidad.

Soy yo
quien paga
por su propio dinero,
quien se pone precio.



2


Una vez tuve
una compleja relación
de Odio-Amor.

Después de introducirla,
se quedó con mi dinero
capando mis posibilidades
y frustrando mis planes
para aquel fin de semana.

Al volver, el lunes
me dijeron que las cámaras
no eran para reflejar
mi cara de circunstancias
sino por mi seguridad.



3


Cada mañana me levanto sorteando
los alambres de espino que crujen
bajo mis colchones de esparto o cartón.

Cada día procuro aprender
los bailes improvisados
de cada paso que no me atrevo a dar.

Cada noche, a hurtadillas,
procuro alojarme en el mismo lugar de la cama
donde lo di todo por perdido, en el cajero.

Y así se suceden todas las fechas,
sin un solo día de guardar,
desde que no vivo conmigo. 



4


Enciendo mi cigarro y me dispongo,
como quien no quiere la cosa,
a reflexionar sobre la cantidad
de árboles que han sido arrancados
para dejar sitio a las empresas
de tantos negocios.

Apuro el cigarro y, mientras lo apago,
lo miro de soslayo, desconfiado,
preguntándome cuántos árboles
habrán sido necesarios derribar
para hacerle el hueco necesario
a este puto vicio.



5


Cómo voy a ser dichoso si me enseñaron
a trazar la bisectriz de un ángulo,
la metamorfosis de las mariposas,
las culturas inca, maya y azteca,
el relativamente lento proceso evolutivo,
las estructuras del átomo y de las flores,
la velocidad de la luz o el punto de fuga,
los ciclos del agua y de la reproducción,
las civilizaciones de los ríos Tigris y Éufrates,
los múltiples movimientos de la tierra,
las escrituras cuneiforme y jeroglífica,
los teoremas de Tales y Pitágoras,
la teoría de la relatividad especial,
la segunda ley de termodinámica,
y un largo etcétera de enseñanzas más
y sólo creo en lo infinito
gracias a la cola del paro.



6


Escribo
porque soy un niño
que juega a ser adulto
en un mundo de mayores
y necesito mi refugio.

Escribo
porque es como lloro
en los ojos indefensos
que mueren por el desprecio
que se firma en despachos.

Escribo
por cada una de las víctimas
incapaces de señalar
a los culpables que matan
en nombre de la codicia.

Escribo
porque soy un tarado
en un mundo de sensatos
con fines materialistas
y no me gustan sus reglas.

Escribo
con la saliva atragantada
del miedo que provoca
todo lo que nos han dicho
a lo que hay que temer.

Escribo
porque lo necesito
para sentirme a salvo
de creerme semejante
a cuantos me rodean.



7


Desde que naces
formas parte del engranaje
de la cadena productiva
de los amos.

Como ser humano,
luchaste por mejorar tu salario,
tu sanidad, tu ámbito de labor,...
Esa lucha de mercenario
ratificaba tu rol en la cadena.

Cuando los amos han roto la baraja,
tus arrojos no han servido de nada
y has perdido tus "privilegios"
en manos de sus beneficios.

Y te limitas solamente a ladrar.
Quizás porque, sin mancharse las manos,
son incontables las muertes
que cargan ya sobre sus espaldas.

El miedo no viene solo.



8


Si, alguna vez,
quisieran darme la llave
de una ciudad,
pediría, sin lugar a dudas,
la de este planeta.

No existen
criterios unificados
sobre los colores concretos
del aire y de la lluvia
para ondearlos
ni mástil que lo aguante

así que me conformaría
con poder encerraros
dentro de él
y tirar la llave bien lejos

para que no destrocéis
el resto del universo.



9


La contrAdicción,
dicen,
es ir contra la tradición
y contra su adicción
o, incluso,
contradecir su acción.



10


Tengo un problema
con los textos de los libros
que llaman sagrados
porque eso es como decir
que los mitos y leyendas
no sólo son verdad
sino que han de impartirse
y creérselo.

Releyendo sus pasajes
procuro apaciguar mi ánimo
fingiendo que, en realidad,
Juan, Pedro y compañía
fueran como son hoy
las Ann Radcliffe,
Mary Shelley,
Tobe Hooper,
Stephen King,...

¡Oh, perdón!
La historia según santa Ann,
santa Mary, san Tobe y san Stephen.




11


Soy un misántropo,
lo admito.

La culpa es vuestra
pero lo asumo
como una
contrAdicción
propia.



12


Tuve que pedir perdón
por mi capacidad de pensar
y mi propósito de compartir
mis conocimientos.

Así fue como,
al no dar crédito
de aquella sentencia,
dejé de creer,
también,
en la justicia.

Aún tengo pendiente
llevar a cabo mi súplica de perdón
pues no “veo”
donde disculparme.



13


Aprende,
me dijeron,
y el conocimiento
me condujo
a detestar
a la humanidad
a través de sus acciones,
de su historia.

Enajenación,
me diagnosticaron.

Delincuente,
me sentenciaron.

No seas tonto,
me volvieron a decir.



14


Nací,
crecí,
y me busqué un currelo

para proporcionarme
cierta estabilidad
que me cobijara
y protegiera

del saqueo y avasallamiento
al que me veo sometido
aceptando
las reglas del juego.



15


Algunos poetas surgimos
a partir de despertar
del desengaño en general,
de las desilusiones con lo real.

Luego, unos ven preciso
mantener el engaño
de lo precioso

y otros consideramos
que es menester
denunciar esa entelequia

aunque nos valgamos para ello
del mismo lenguaje abstracto.




16


Ya que no me permites
llevar la razón,

concédeme al menos
mantener las suspicacias
que disipan mis dudas.



17


Literalmente,
cuando era pequeño,
me educaron usando la metáfora
de los caminos a elegir
para que cogiera el que llevaba
a un paraíso repleto de ángeles

en lugar del otro
que se presentaba oscuro y tenebroso
y en el que no se sabía
lo que me podría encontrar
al final del mismo.
Pero malo, muy malo.

Por fortuna,
me pudo la ignorancia
y disfruto de mi curiosidad.



18


Tras despertar de la inopia,
decidimos salir
y revelarnos,
romper la baraja,
así que les miramos a la cara
y les mostramos los dientes.

Tras un reñido
pero exhaustivo análisis,
se convino
que teníamos caries.



19


No es cierto
que la edad otorgue
sabiduría:

aquí tenéis
a alguien que ya peina canas
y que no ha dejado de ser
un gilipollas
en toda su puñetera vida.

Y no me lleves la contraria
que para eso tengo una edad.



20


Decidí acabar mi relación contigo 
una vez que comprobé, 
después de tanto deslizar el dedo por tu piel, 
que ésta no envejecía ni se arrugaba 
y que tan sólo temblabas 
cuando recibías avisos 
de otras personas, 
mi querido móvil.



21


Acepto mi rebeldía.




22


Atraído por sus luces,
me acerqué al cajero.
"Introduzca su libreta"
me dijo

Hice caso
pero el cajero escupió mi libreta
y me espetó
que no reconocía
mis poemas.


23

¿Así que no se puede decir:
que la monarquía se ha establecido ilegalmente;
que los gobernantes nos han privatizado ilegalmente;
que la jerarquía eclesiástica se ha enriquecido ilegalmente;
que la justicia está siendo manipulada ilegalmente;
que en las escuelas públicas se so-dogmatiza ilegalmente;
que la sanidad pública la han saqueado ilegalmente;
que se ha desahuciado a familias enteras ilegalmente;
que pagamos impuestos de lucro ilegalmente;
que han mojado el papel de la constitución ilegalmente;...
porque no están de acuerdo con ello
y podrían meterme en la cárcel por decirlo?
Bueno, pues no lo digo.
Saludos, por si acaso.
"Es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado" (Voltaire)


FIN DEL ACTO PRIMERO


Tengo más contrAdicciones,
muchísimas más,
¿quién no?

pero no está mal tanta exhibición
para el introvertido guionista
de esta puesta sin escenas


¿verdad?

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Prólogo-comentario Eladio

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